La Sala Zaida recupera la obra de Benjamín Palencia 50 años después de su última exposición antológica en la ciudad
- La muestra producida por Fundación Caja Rural Granada e incluida en los actos conmemorativos del Ateneo de Granada, ofrece medio centenar de obras de sus distintas etapas artísticas.
- Presenta la relación de Palencia con Granada, Federico García Lorca y otros ateneístas ilustres como Fernando de los Ríos o Hermenegildo Lanz.
La exposición ‘Benjamín Palencia, una creación constante’, sobre uno de los artistas más destacados del siglo XX, amigo de Lorca y autor del emblema de la Barraca, podrá verse desde hoy y hasta el próximo 10 de enero en la Sala Zaida, de lunes a sábado, de 18:00 a 21:00 horas.
La muestra, producida por Fundación Caja Rural Granada con la colaboración del Ateneo de Granada, se incluye en los actos conmemorativos del centenario de la creación del Ateneo de la Edad de Plata granadina que se formó con nombres tan importantes como Fernando de los Ríos, Manuel de Falla, Hermenegildo Lanz, Antonio Gallego y Burín, Federico García Lorca y otros artistas e intelectuales que hicieron brillar la cultura granadina en los momentos previos a la Guerra Civil.
En la inauguración han estado presentes el sobrino nieto del artista manchego y responsable de su legado y comisario, Ramón Palencia del Burgo, la presidenta del Ateneo de Granada, Rosa González, el también comisario de la exposición, José Vallejo, y el Representante de Fundación Caja Rural Granada, Gonzalo del Castillo.
En su intervención, Ramón Palencia del Burgo, ha incidido en el valor de este artista autodidacta cuyo método de aprendizaje consistió en copiar grandes obras en el Museo del Prado, de autores como Velázquez o El Greco que “desentrañó, dando como resultado una obra personal marcada por distintas corrientes, como sus creaciones de vanguardia de los años 30, su paso por el surrealismo, una de las partes más destacadas de su obra, o su gran aportación al paisajismo”. “Palencia enseñó a algunos de sus alumnos de la segunda Escuela de Vallecas a captar la belleza de los campos desnudos que también se muestran hoy en esta exposición”.
Por su parte, José Vallejo, comisario y autor de uno de los textos del catálogo de la muestra, ha destacado el trabajo realizado por Ramón Palencia del Burgo para hacer posible esta exposición impulsada por Fundación Caja Rural Granada y el Ateneo de Granada. “Su labor ha sido fundamental tanto para seleccionar las obras como para contactar con los coleccionistas que nos han permitido construir esta magnífica muestra”. Todo, en un momento histórico relevante, ha añadido, pues “en 2025 se cumplen 50 años desde la última vez que Benjamín Palencia expuso en Granada, concretamente en el Banco de Granada, por lo que recuperar su obra en nuestra ciudad en este momento es un acontecimiento histórico”.
Rosa González ha mostrado su satisfacción por ofrecer esta exposición, a su juicio, “una forma de devolver a los granadinos una panorámica casi completa de este artista universal que tuvo tantas y estrechas relaciones con los socios del Ateneo Histórico, con Federico García Lorca, pero también con parte de los artistas, escritores, políticos que formaron parte de sus juntas de Gobierno y de su base asociativa”.
Gonzalo del Castillo ha animado a granadinos y visitantes a recorrer la Sala Zaida y descubrir la obra de este artista manchego, amigo y colaborador de Lorca, a quien “debemos, además de un prolífico legado artístico, el célebre emblema de La Barraca”. Asimismo, ha subrayado que desde Fundación Caja Rural Granada “hemos querido sumarnos, con esta magnífica muestra, a los actos conmemorativos del Ateneo, con el que compartimos valores y objetivos tan esenciales como la difusión cultural”.
La relación de Palencia con Granada, Federico García Lorca y otros ateneístas ilustres como Fernando de los Ríos o Hermenegildo Lanz, constituye el eje conceptual de esta exposición, que ofrece, a través de medio centenar de obras, algunas no expuestas hasta el momento, una retrospectiva completa de la trayectoria de este artista manchego, abarcando todas las etapas de su evolución artística, desde el realismo hasta los lenguajes de vanguardia.
En ella se subrayan sus vínculos personales con nuestro poeta más universal, así como su creación del emblema de la Barraca, el proyecto cultural con el que Lorca llevó el teatro clásico a los municipios pequeños de España, y de algunas escenografías de esas obras como La vida es sueño de Calderón de la Barca. Se recoge también detalles sobre su regreso a la ciudad en 1951, tras su éxito en la I Bienal Hispanoamericana de Arte, y una exposición del Banco de Granada en 1975, donde mostró de su producción de vanguardia, entre ella la obra Perspectiva gris presente en esta muestra. Benjamín Palencia aprovechó esta visita a la ciudad para pintar en pocos días una admirable vista de la Alhambra que pone fin a esta muestra en la Sala Zaida.
La exposición exhibe algunos de sus primeros retratos, donde se aprecia su influencia del Greco, fruto de su época como copista en el Museo del Prado, en la que aprendió de los grandes maestros españoles como método de formación, además, de una imponente obra que preside la sala, ‘Tres toreros’, que emula la obra de Ignacio Zuloaga, porque Benjamín Palencia pintó al estilo de determinados artistas como un ejercicio de autoevaluación de sus capacidades artísticas.
Una de las piezas más curiosas de la muestra es ‘Paloma’, una talla de cemento con incrustaciones de cerámica, ejemplo de una de sus raras incursiones en la escultura.
Su reconocida faceta como paisajista del campo castellano, donde mezcla el lenguaje de vanguardia y la tradición, pasando del cromatismo violento a la utilización de materiales extraídos de la tierra como arenas, cenizas, hojas… está representada en la muestra a través de varias obras.
En algunos de esos lienzos, especialmente en dos de los más tardíos, se aprecia como las piedras constituyen un tema recurrente en la pintura de Palencia durante más de 40 años. El propio artista describe ese interés con estas palabras: “Yo he corrido, como el animal hambriento, en busca de material vivo para mis pinturas. Los agujeros con olor a pólvora, llenos de piedras estáticas, con esqueletos de animales fósiles, han impresionado mi sensibilidad poética. Muchas veces, me he perdido en los páramos de retamas, para extraer lo plástico de las piedras…”. Precisamente esa búsqueda de valores plásticos en elementos inesperados, de la que habla el autor, es para su sobrino nieto, Ramón Palencia, “la demostración de un vanguardismo permanente que va más allá de la inclusión en ninguna corriente determinada”.



